*Foto Google. Tibet.
**Futuro Tiempo**
- "Maestro, que es un pensamiento
noble?", comentó con acierto pleno, mirada humilde de
paciencia, sumergida en ímpetu y vitalidad, -"¿ Qué es lo que
se siente, cuando dices, que entras a formar parte de él ? ".
Mirando, como un Lobo mira a su manada,
pero sólo esta; monoparental, refugiado en el desdén del tiempo,
asumiendo sonrisa entre duda y acierto, como si nadie le hiciese daño
y a la vez, aguantase, disimulando el dolor del pisotón, con
diplomacia tranquila, miró a Shostar, -"Aguanta chico, ya
llegamos a la región del verbo, donde nadie proclama más palabra
que "dame", donde la piedra ya no existe porque ya hicieron
algo con ella. No queda nada más que recuerdo de lo que, un día
fue, una civilización que hoy, es simple miseria ". - Bajaron
de las burras y dejaron irse solas al lugar cierto que ellas soñaban:
un río, el "Oasis del Ser de Dios"...-entre ellos, los
burros, se cuentan cuando encuentran momentos de sentadas, con
algunos Maestros y Razas del largo camino,¿pero a donde ?...-,
miraron hacia atrás, las burras, mientras se dirigían a paso de
perfecto Maestro anciano, hacia la Vera del riachuelo.
Al terminar de colocar los limitados
enseres que llevaban, entre trapos secos y sedas nuevas, atados a
unas fuertes ramas a modo de transportines para los hombros, miraron
hacia el horizonte, donde vieron acercarse dos personas, algo
llamativas de ropas y colores. Hasta de complementos de bisutería y
cálidos metales en sus atuendos.
Les dejaron acercarse más, y para esto
utilizaron la estrategia del “ no advertir sus presencias”, por
lo tanto, cuando terminaron de colocar los enseres, levantaron la
mirada, maestro y discípulo y las sombras de los llamativos
caminantes las tenían cubriéndoles los gozos de sol caliente que
abrasaban sus espaldas.
No dijeron una sola palabra; caminantes
y desconocidos, simplemente se miraron, el Maestro Hindú cogió la
mano del muchacho y después le susurró al oído : -“ recoge los
enseres, rápido, las burras las llevas a la otra Vera, donde la
hierba y espérame allí...”- .
Shostar, sin medir segundos ni contar
latidos hizo lo que su Maestro advirtió, que después se tradujo en
observar, una vez cruzó el río, en como su Maestro les hablaba bajo
a los desconocidos y acicalados visitantes.
Ya, por el camino, después de repasar
las posibles palabras que , supuestamente le observó en los labios
pronunciar al anciano, tras cinco horas de ruta, a paso de “burra
tibetana” , le preguntó Shostar a su gélido y perdido- en el
infinito- Maestro : -” Qué es lo que les contabas a esos
visitantes de esa ciudad, precisamente a la que tampoco hemos
entrado, dime, Maestro ? “- , Raphhat, maestro de innumerables
Sagas, ovispo de palabra y predecesor y propietario de las llaves del
olvido, dolor y “ mal sentimiento”, Guardián de la Razón y
olvidado, en el tiempo para, precisamente, invernal el estado de los
“ Malos Tiempos”, confesó; dejando de mirar el infinito :
-” Shostar, hijo, ¿ te acuerdas
cuando me encontraste un día, en la sombra de una palmera, cuando
sólo había humo y polvo?, ¿ recuerdas como llegaste, de donde
llegaste, es más,”- le cogió del brazo, permitiéndole un leve
cimbreo de un cuarto de circunferencia, a lo que Shostar apremió y
le dedicó más atención a los ojos llorosos del Anciano Maestro,- “
¿ te acuerdas que fue lo que me dijiste, cuando me viste ?,...¿
Como me llamaste?...”- A esto, el joven escuálido; ennegrecido por
el sol y el polvo de las dunas, como haciendo un resorte de memoria
le condujeron sus ojos a verificar un acierto de recuerdo ,-” ¡Sí!,
Maestro!!, sí!, te llamé Tiempo!!!, eso, dije: “ Namaste, Tiempo”
“-. Entonces, al recordar ese momento, el Maestro se desvaneció,
desapareció, se disipó y se oyó un gran ronquido de vacío
despiadado,; un tumulto de tripas, sueño y quejidos...
Una voz se oyó, que se decía, así
misma : “ Vamos hijo, despierta que nos volvemos al pueblo, nos
quedamos dormidos..
Se levantaron y, conforme iban deprisa,
caminando, el joven; bien fornido, atlético, envuelto en metales y
bisuterías, le preguntaba a su padre -” ¿ Que ha sido lo que
soñabas, padre?, parecía que estabas hablando y no dejabas de decir
Shostar, hijo...”-, a esto, el Gordo ricachón, Comerciante de
gruesa fortuna, vendedor de telas y complementos para la clase alta,
desdobló la mirada que tenía puesta en la entrada de la ciudad y le
dijo, bajito a su hijo : -” hijo, prepara unos trozos de pan,
pasas, dátiles, queso y agua. Esta noche salimos de la ciudad...”.
Esa noche fue demasiado clara para un
invierno de valle tibetano, pero puedo asegurar que esta huida, la
del comerciante y su hijo, quedó para los restos de generaciones
venideras. Claro está, en las ciudades circundantes, pues, a la
semana de nocturna marcha, un cataclismo seguido de un envenenamiento
natural del pozo del agua, hicieron que la ciudad quedara expresa en
nada. Ya no existía ni ser ni insecto, ni flor ni gota de seca
cáscara de un resto de algo. Tan sólo aire, polvo y silencio.
La leyenda hablaba, que los espíritus
del padre y el hijo van vagando y que sucumbieron como el resto de
habitantes de aquella religiosa y poderosa Ciudad, otros comentan que
se salvaron, que un viejo y un joven, vagabundos ambos, les
advirtieron de algo, pero que no contaron a nadie aquel encuentro.
-” Por lo tanto, esta es la
historia...Querido hijo “, levantando su fuerte brazo, hacia el
camarero, el poderoso y esbelto banquero pidió la cuenta. Miró su
Rolex y sonrió a su hijo; perfecto alumno aventajado de Instituto; “
Best High “ para chicos ricos y listos...Padre e hijo se iban hacia
el Ferrary, al subirse al coche, justo en ese momento, el CD que se
encendió al compás del motor, se sorprendió así mismo dándose
una Última noticia por la Radio: “ Estamos viviendo una época de
incertidumbres y logros por la supervivencia económica...Todo gira
hacia un cambio...Nada será igual y los bancos deben de resistir el
filón dañado. Una serie de medidas económicas serán, urgentemente
aprobadas para mejor...” . En ese momento, los ojos del fornido
conductor; padre: poderoso ciudadano se entristecieron, en el
horizonte. Quizás quiso olvidar la situación presente, quizás
quiso recordar un sueño...
*Richard Stovinky
©
****José Manuel M.
Garrido
¡Namaste, José Manuel!!!
ResponderEliminarUn relato para la reflexión, amigo. Y leerlo mientras escuchaba el mítico "Hotel California", ha sido el no va más. Desde luego, la canción bien puede servir de musa...
No sabía que tenías este blog, o no me di cuenta. Así que lo celebro, y desde luego, no dejaré de pasarme por aquí.
Gracias, gracias, gracias francisco. Abrazo hasta semi-romperte
ResponderEliminarTriunfo en los día venideros que te tocan representar y encantado de anunciarte tus obras, me lo dices y "oído cocina", porque, sabes?..Los grandes pasan por aquí de soslayo, sin dejar tan solo su ID, y sí, deseo que el mundo conozca tus Obras. Gracias y la próxima te preparo buen café.
Gracias, gracias, gracias francisco. Abrazo hasta semi-romperte
ResponderEliminarTriunfo en los día venideros que te tocan representar y encantado de anunciarte tus obras, me lo dices y "oído cocina", porque, sabes?..Los grandes pasan por aquí de soslayo, sin dejar tan solo su ID, y sí, deseo que el mundo conozca tus Obras. Gracias y la próxima te preparo buen café.