La plenitud del mar rebosa como un sentimiento,
el escarlata aroma en bienestar, la voz del sol
también acostumbra a enojar cada vértigo de tiempo,
pasado adormecido y un instante de ocaso,
despliegue de algas de horizontal calma,
total y sedienta inercia de brava estirpe en el sentir.
Alma llena
Voz de bosque entre tinieblas blancas
y rompe la calma.
Acurrucado estandarte del propósito exiliado,
tiempo inútil que para el tiempo útil es preciso;
a las cepas; los olivos,
tierras de barbecho castigadas
en el crecido tiempo de su espera.
Aquí me hallo, halo vivo, a mi luz encadenado,
a mi siembra tan precisa como tus ojos a mi risa.
También procuro olvidar de vez en cuando
este vaivén sonoro y me acojo a la constitución pirata,
a esa ley orgánica que nació el instinto
para de vez en cuando poder pernoctar en un alijo de sueño.
Saber transmitir un deseo es
coger una estrella,
hacerla tuya y de nadie más para después,
después cantarle al silencio de una ola tranquila
el pasado que me acoge como al lobo un bosque blanco,
protegido de su fronda, sabiendo
que quien pueda atravesar los pasillos de su olfato
será por haberlo advertido como lobo blanco
amado del amor y lejos del instinto mordaz de conquistarlo.
Aquí me hallo, amado y abrazado a mí,
bien lejos de sus manos.
Tiempo ahora, tiempo vago de entusiasmo,
porque el tiempo muerto también es blanco
como un huerto humilde amigo silencioso
de ese arroyo claro que contribuye aceptar
la conclusión del tiempo al regarlo.
No estás, pero te siento.
No te amo, pero te quiero.
Llegará un instante conjugado en una ola,
será esa ola, sin saberlo.
* Richard Stovinky™Spain 21.malg.
Fotoyo.Richard stovinky©spain.mlg.
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